Ropa de Narel
Ropa de Baako
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Akane caminaba por los pasillos de hierro con su libro abrazado contra
su pecho. Miraba con curiosidad y a paso tranquilo las paredes, como si
estuviera en su museo. Era la parte de la base en la que estaban los
dormitorios de los chicos. El muro que separaba la habitación de Adri de la de
Osman. La superficie estaba llena de garabatos estúpidos y de conversaciones en
forma de cómic. La chica no pudo evitar sonreír un poco cuando vio la
caricatura de Alex en los dibujos. Mientras que las caricaturas de los otros
chicos eran normales (incluso parecidas a ellos mismos, teniendo en cuenta que
los dos dibujaban muy mal), la del español ocupaba una gran parte de la pared y
siempre le ponían enfadado. Akane se rió en voz alta.
La verdad era que hacía tiempo que no pasaba por allí, pensaba mientras
reanudaba su paseo, dejando atrás las paredes pintarrajeadas. No tardó en
llegar al salón y cuando pasó el marco de la puerta se dio cuenta de una cosa.
Andy estaba en el sofá completamente dormido, con un libro sujeto contra su
pecho a punto de caérsele al suelo. Akane se dio prisa en llegar hasta él sin
hacer ruido para impedir la catástrofe. Suavemente intentó quitarle el libro
con sumo cuidado. En ese momento, el chico abrió un ojillo y de la sorpresa, se
levantó rápidamente, con la mala suerte de darle un cabezazo monumental a la
pobre Akane. Ella se llevó las manos a la nariz con gesto de dolor, y se
apartó.
-
Oh, dios, lo siento muchísimo – Andy se levantó también con
los nervios a flor de piel.
Vaya despertar había tenido. Abre los ojos y ve algo
negro medio encima de él. Se levanta como le mandan sus reflejos y se lleva por
delante a la chica de la que está enamorado. Akane mantenía una mano en su
nariz golpeada y con la otra se abanicaba la cara para no llorar. Andy se
maldecía por su torpeza y se moría de la humillación.
-
No es nada – decía ella -. Estoy bien, en serio.
-
Déjame ver – Andy se aproximó a ella y con cuidado, le cogió
la mano para ver los estragos que guardaba debajo
Akane estaba tan cerca de él que podía sentir su
respiración. Los ojos castaños de Andy examinaban su rostro con parsimonia. Usó
su mano derecha para limpiar una gotita de sangre que caía por su naríz con
cuidado. El corazón de Akane latía fuerte. Entonces escucharon un ruido en la
puerta. Al ver a Wendy, se separaron como si se hubieran puesto de acuerdo.
Andy le soltó la mano y Akane se restregó la nariz para eliminar hasta el
último rastro de herida.
-
Emm, ¿Interrumpo algo? – dijo la pelirroja.
-
No – dijeron los dos a la vez, con los colores subidos.
-
Vaaaaale – dijo Wendy alargando la “a”, sin creérselo
demasiado. Tampoco le importaban sus compañeros. Ella solo quería leer en paz.
* * *
Tani miró como Alex colocaba el pulgar en el lector
para apagar el motor de la moto y activar el seguro. Estaba tan emocionada, el
viaje en moto había sido impresionante, había sido como si por primera vez
respirase de verdad después de estar toda su vida haciéndolo con un tubo de
bucear. También notaba al español agitado. Con el salto, la chica se bajó de la
moto y al fondo de la calle vio una casa con jardín y un montón de gente,
sumando los ruidos de cristales rotos y la gente subida al tejado, era una
típica fiesta de adolescente estilo American
Pie. Tani fue corriendo a reunirse con Baako y Narel, que también habían
aparcado ya.
-
¿Es allí? – preguntó Adri, que llegaba con Osman y Darío en
ese momento.
-
Exacto – respondió Alex.
-
¿Y a qué esperamos? – preguntó Narel
-
Espera – la paró la voz de Darío, y todos se giraron
sorprendidos -. Recuerda que esto es una misión y no un cumpleaños.
-
Ya lo sé pesado – dijo al rubia siguiendo su camino con las
otras chicas de la mano.
Habían quedado en que primero entrarían las chicas y
los demás llegarían después, sin mostrar ninguna relación con ellas, solo
atentos al micrófono por si surgía algo. Cuando pasaron el umbral de la puerta,
un tio vomitando en un jarrón casi las atropella. Se quedarón en el salón sin
saber muy bien qué hacer. Entonces Narel les dio un codazo a las demás para que
miraran en su dirección. Cuando Tani se giró vio a dos chicos mirándolas
fijamente y hablando por lo bajini. Baako fingió que se retocaba el maquillaje
para mirar las fotos de los sujetos que llevaba en el espejito. Baako asintió
con la cabeza como diciendo <<Son ellos>>.
Al momento las tres se separaron y, como esperaban
fueron los chicos los que las buscaron a ellas. Exacto, Thomas Brown, un chico
flacucho y con la palabra <<hacker>> pintada en la frente. Para no
mirarlo directamente, fijó la vista en el otro chico, que, según el plan tenía
que ir detrás de Narel. Pero tomó una dirección completamente distinta. Se fue
a por Baako. Tani se relajó, pensando que su amiga también sabría seguir el
plan. Para entones, Thomas ya estaba delante de ella. Tani le dirigió una
mirada intensa.
-
Hola, ¿cómo te llamas?
-
Miranda – dijo ella mordiéndose el labio coquetamente en su
papel de mujer fatal. Decidió acabar con ello en seguida -. Oye, aquí hace
mucho ruido, ¿subimos a tu cuarto? – terminó con una sonrisa coqueta.
Thomas estaba gratamente sorprendido, así que le sonrió
también, y la cogió de la mano para subir por las escaleras que daban al pido
de arriba y hacia los dormitorios. Al chico se le caía la baba por Tani y se
relamió bajo la furibunda mirada de Adri.
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